miércoles, 14 de noviembre de 2018

El Nacimiento del Juego en el niño


¿Recuerdas cuál fue el primer juego que jugaste de niño?, ¿Tienes recuerdos de qué juegos preferías cuando eras niño?

Si has logrado recordar puede que te acuerdes de algún juego en específico o las personas con las que jugabas. Pero este recuerdo ¿es realmente del primer juego que realizaste?, esto nos lleva a preguntarnos ¿En qué momento comienza el ser humano a jugar? La respuesta no es fácil.

Podemos comenzar a responder a esta pregunta afirmando que el recuerdo que tienes no corresponde a tu primer juego y que los seres humanos comenzamos a jugar mucho más temprano de lo que pensamos.

Comenzamos a jugar antes de nacer

Gracias al desarrollo de las neurociencias podemos saber que la evolución y madurez del sistema nervioso, antes de nacer, permite que todavía en el vientre seamos capaces de realizar algunas actividades, entre ellas jugar, y gracias al desarrollo de técnicas como la ecografía, es posible constatarlo.

El desarrollo de un nuevo ser, pasa por tres etapas o fases y a partir de la octava semana de gestación y hasta el nacimiento, ésta se denomina etapa del desarrollo fetal.

Tal como lo describen PAPALIA y otros autores (2011: 76), hacia finales del tercer mes, el feto pesa alrededor de 28 gramos y mide unos 7.5 centímetros. Tiene uñas, párpados, cuerdas vocales, labios y una nariz prominente. La cabeza todavía es grande (alrededor de un tercio de la longitud total) y la frente es alta. El feto puede dar respuestas especializadas. Mueve las piernas, pies, pulgares y cabeza; la boca se abre y se cierra y traga. Si se toca los párpados, bizquea; si se toca la palma, la cierra parcialmente; si se toca los labios, succiona, y si se toca la planta del pie, extiende los dedos. Estos reflejos están presentes al nacer, pero desaparecen en los primeros meses de vida. 

La placenta está totalmente desarrollada. La madre puede sentir que el bebé patea, un movimiento llamado animación, que en algunas sociedades y grupos religiosos se considera el principio de la vida. Las actividades reflejas que aparecen en el tercer mes son más enérgicas porque aumenta el desarrollo muscular.

Ésta es una de las etapas más importantes en cuanto a madurez del nuevo ser refiere, tanto a nivel físico como al desarrollo biológico y del sistema nervioso. La madurez de los órganos se alcanza a través del uso y funcionamiento de los mismos, y esto le provoca satisfacción y placer, por lo que es inevitable que los movimientos sean intensos, frecuentes y repetitivos: ésta es la característica del juego prenatal.

Por esta razón, entre las 8 a 38 semanas, el nuevo ser juega a chuparse el dedo, a moverse, cambiar de posición, patear y flexionar las extremidades. También reacciona a sonidos externos y a las voces de otras personas, por la que es posible que demuestre claramente interacción y en muchos casos esa reacción es básicamente un juego: El movimiento y la interacción.

En embarazos múltiples, el juego y la interacción en el vientre materno son mucho más evidentes. Se ha podido comprobar en los casos de gemelos y mellizos, por ejemplo, que realizan sus juegos de movimiento en solitario y a veces en relación e interacción con su hermano. En muchos casos uno de ellos es más activo que el otro, pero en otros, ambos son activos y la interacción es mucho más evidente como juego.

Parte de esa interacción y tipo de juego realizado en el vientre se extiende y alarga después del nacimiento. Pero una cosa queda claro, es muy importante comenzar a jugar con el niño, antes del nacimiento.

Continuamos jugando después de nacer, pero no podemos recordarlo

Como hemos podido ver el juego se inicia en el vientre materno, pero corresponde con una necesidad de poner a prueba y ejercitar los órganos corporales y la madurez del sistema nervioso, lo cual no quita que sea un juego con todas sus características. Entre los 0 a los dos años los niños desarrollan la capacidad de pensar y recordar y es el juego la acción que hace posible la construcción de éstas habilidades.

Después de nacer, seguimos jugando pero el juego posee ciertas características. Tal como lo describe Jean Piaget (1980: 123-124) el juego es simple asimilación funcional o reproductiva, es decir, se juega en esta etapa para ejercitar nuestra capacidad de percepción y probar el funcionamiento del cuerpo.

Para Piaget, el juego cumple en el niño recién nacido una función de pre-ejercicio, que en su esencia es el proceso biológico según el cual todo órgano del cuerpo humano se desarrolla al funcionar y al ser utilizado: así como cada órgano del cuerpo requiere de alimento para crecer, cada actividad mental tiene necesidad para desarrollarse de ser alimentada por un constante aporte exterior, sólo que puramente funcional y no material. Por tanto, el juego permite el desarrollo de los órganos corporales al permitir ejercitar su funcionamiento.

El niño al nacer presenta un conjunto de movimientos y reacciones llamadas actos-reflejo.  Un acto reflejo es un movimiento involuntario que una persona realiza como respuesta ante cierto estímulo. En los bebés, el acto de succionar con la boca para tomar la leche materna, así como sujetar cualquier objeto que pongamos en la palma de su mano se constituye en un acto reflejo. Por tanto, el juego comienza por confundirse casi con el conjunto de los actos reflejo y de las conductas sensoriales y motoras del niño.

Por ejemplo, cuando el bebé succiona para comer, pero luego comienza a realizar el acto de succionar en otras situaciones que no son necesariamente para comer pero las realiza por placer y satisfacción, prácticamente está jugando. Así también cuando el bebé comienza a tomar objetos y sujetar muy fuerte, pronto irá variando ese movimiento y tomará los objetos y los soltará cuando lo considere.

Los juegos de la voz desde las primeras musitaciones, los movimientos de la cabeza y de las manos que se acompañan de sonrisas y de señales de gusto, pertenecen ya al “juego”: forman parte de las conductas adaptativas del niño. Prolonga a estas últimas de manera tan continua y clara, que no se sabría decir dónde y en qué momento deja de ser el acto reflejo y en qué momento comienza el juego.

Según Piaget, todo es juego durante los primeros meses de existencia, salvo algunas excepciones tales como la nutrición o emociones como el miedo y la cólera. En efecto, cuando el niño mira por mirar, manipula por manipular, balancea manos y brazos se dedica a  acciones centradas sobre sí mismas, comienza a jugar.

Pero los actos reflejos y movimientos corporales no dan lugar únicamente al juego, sino que continúan como mecanismo de asimilación, es decir, le permiten adaptarse al entorno en el que vive y asimilar información muy importante, como la voz de la madre, el rostro del padre o saber quiénes están en su entorno más cercano.

Piaget identificó una serie de etapas del desarrollo entre el nacimiento y los 2 años, en los cuales se manifiesta el juego como medio del desarrollo físico-biológico, espiritual-social y psicológico-cognitivo. Durante las primeras cinco etapas, los bebés aprenden a coordinar los datos de los sentidos y organizan sus actividades en relación con su medio ambiente. En la sexta, pasan del aprendizaje por ensayo y error, al uso de símbolos y conceptos para resolver problemas.

Del nacimiento a alrededor de un mes, los neonatos comienzan a ejercer cierto control sobre los reflejos innatos y realizan una conducta cuando el estímulo normal no está presente. Por ejemplo, los neonatos succionan por reflejo cuando se tocan sus labios. Pero pronto aprenden a encontrar el pezón aunque no lo toquen e incluso succionan cuando no tienen hambre y este juego con los labios le permite la madurez de los músculos y el control más fino de la succión.

De uno a cuatro meses, los bebés aprenden a repetir deliberadamente una sensación que primero ocurrió al azar como chuparse el dedo. Además, comienzan a voltear su cabeza hacia los sonidos, con lo que demuestran su capacidad de coordinar varias clases de información sensorial. De aquí que algunos juegos importantes tienen que ver con llevarse a la boca objetos de diversa índole y que encuentra cerca.

De los cuatro a ocho meses, demuestran un interés renovado en manipular objetos y aprender sus propiedades. Los bebés repiten de manera deliberada una acción no sólo porque sí, como en la segunda etapa, sino también para obtener resultados fuera de su propio cuerpo. Por ello realiza juegos como el de agitar su sonaja para oír el ruido y progresivamente manipula la sonaja, la avienta o la pasa a la mano de un adulto. 

Alrededor de los ocho a los doce meses, han aprendido a generalizar a partir de sus experiencias para resolver problemas. Sus juegos tienen que ver con gatear para tomar algo o apartar un objeto para alcanzar su objetivo. Asimismo, tomar objetos con la mano para sujetarlos, aventarlos y manipularlos se encuentran entre sus juegos favoritos.

De los 12 a 18 meses, los bebés empiezan a experimentar con nuevas conductas para ver lo que sucederá y una vez que comienzan a caminar les resulta sencillo explorar su entorno. Por ensayo y error, ponen a prueba nuevas conductas hasta que encuentran la mejor manera de alcanzar una meta, como por ejemplo jugar a ensartar donas de plástico en un cilindro.

De los 18 meses a los dos años, la capacidad de representar mentalmente objetos y actos por medio de símbolos como palabras, números e imágenes mentales libera a los niños de la experiencia inmediata. Gracias a ello, pueden jugar a empujar una caja como si fuera un coche, haciendo los mismos ruidos que un auto.

Probablemente no recuerdes nada de esta etapa ni de los juegos descritos, pero es seguro que realizaste muchos de estos juegos. Si revisas fotografía familiares o si preguntas a tus padres y familiares, te recordarán cómo jugabas y cuáles fueron tus juegos favoritos cuando estabas aún en el vientre y cuando eras ya un bebé. 

Para terminar, intentando responder a la pregunta ¿En qué momento comienza el ser humano a jugar?, recuerda que el juego se inicia en el ser humano antes de nacer y tiene sus propias características: permitir el desarrollo y la madurez en las dimensiones físico, social y espiritual. 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- DELVAL, Juan. El desarrollo Humano. Madrid, España: 2008, 8º edición, Ed. siglo XXI.

- PAPALIA, Diane; WENDKOS, Sally; DUSKIN, Ruth. Desarrollo Humano. 11º edición. Ed. Mc. Graw Hill. México: 2011.

- PIAGET, Jean. La formación del símbolo en el niño: imitación, juego y sueño. Imagen y representación. Ed. Fondo de cultura económica. México: 1980.


CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO (Formato APA)

GARCIA, William. (14 de noviembre de 2018). El Nacimiento del Juego en el niño [Blog post]. Nombre del blog: “Ludoteca de investigación’’. Recuperado de https://ludoinvestigacion.blogspot.com/

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